Aprovechando las últimas horas de este año 2011 que termina, el naturalista se da una vuelta por el campo. El tiempo es bueno. No hace mucho frío para la época del año en que estamos; la tarde es luminosa, con el cielo limpio y sin viento. Varios petirrojos y una lavandera inspeccionan las orillas del río. No se ve nada más. En invierno todo el mundo se refugia donde puede o emigra a lugares más cálidos, a la espera de tiempos mejores, así que hay que conformarse con algún pequeño descubrimiento escondido debajo de las piedras o troncos.
Debajo de una piedra las tijeretas cuidan de su descendencia. Es un grupo de unos treinta huevos de color blanco a los que protege como buena madre de los depredadores, y a los que lame periódicamente para evitar que sean infectados por hongos. Acompañando a las tijeretas hay miríadas de hormigas agrupadas entorno a sus huevos y un gusano de escarabajo de color naranja.
En el interior de un tronco medio descompuesto, se esconde una diminuta araña y un milpiés se enrosca en su agujero. La parte del tronco en contacto con el suelo está cubierta de pequeños cristales de hielo y en su superficie los hongos descomponen la madera.
En un roble deshojado un pico menor recorre las ramas picoteándolas. ¿Qué obtiene de ese trabajo? A simple vista parece una tarea inútil, pero alguna misión tendrá. Está acompañado por varios carboneros. El silencio es total, solo se escucha el martilleo del pequeño carpintero sobre las ramas. Entonces llega un arrendajo a posarse en el árbol, organizando un tremendo alboroto. Ese hermoso pájaro de bonitos colores y fuerte pico siempre tiene que llamar la atención; pero el pico menor no se dio por enterado y continuó con su tarea; es decir, picoteando las ramas.
Mientras el naturalista contempla esta escena escucha a su lado un “pi, pi”; era el agateador común que subía y bajaba por el tronco de un roble que estaba a menos de tres metros de distancia. Su largo y curvado pico es lo más característico de este discreto pájaro de plumaje gris.
Un colirrojo tizón despedía el año desde lo alto de una pared de piedra. Termina un año y deseamos que el próximo sea bueno para todos.
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